Invocar al Diablo puede traer sus consecuencias.


Historia enviada por un lector a mi correo Richard_recr@hotmail.com

                               

Cuando tenía unos 15 años, no recuerdo por qué, me enganché a la tabla ouija. Una amiga se la compró como quien compra un Monopoly y así fue como empezamos. Un día y otro hasta estar totalmente enganchadas. No recuerdo ni la primera, ni la segunda, ni la tercera vez (etc) que lo hicimos. Pero recuerdo bien que parecía un vicio. 

Todos los días nos pasábamos de seis a siete horas con la tabla, invocando espíritus y demás. Yo lo tomaba como un juego y me parecía divertido e inocuo. Pero un día aquello empezó a ser monótono.... siempre lo mismo, saludar al Ente, preguntarle las mismas cosas de siempre y adiós. Así que decidimos invocar a Satanás, algo muy fuerte que, ahora que lo recuerdo en la distancia, sé que fue una locura grande que jamás volveré a hacer.