El Cara de Cuero

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Una idílica tarde de verano se convirtió en una pesadilla. Durante treinta años los expedientes acumularon polvo en la sección de casos no resueltos del FBI.
Más de trece piezas de evidencia fueron recogidas en la escena del crimen, la residencia Hewitt. Los hechos acaecidos llevaron a una de las leyendas más bizarras de los anales de la historia americana: "La Masacre en Texas”

Silencio. Debía hacer silencio.Sabía que su vida dependía de ello.

No importaba cómo se había metido en esa situación, no importaba que iban a Dallas, no importaba que llevaba un regalo para su tía Maggie, nada de eso tenía sentido ahora. Ahora lo único que tenía importancia era que tenía que permanecer callada, con el cabello pegado a la piel por el sudor, inmóvil. Tal vez hasta tendría que parar de respirar. Tal vez hasta pararía de respirar y se ahogaría ella misma y, si eso pasaba, todavía salía ganando. Porque todo era mejor que eso. Cualquier cosa era mejor que parar como todos los demás. Él estaba ahí afuera. Ella sabía que él estaba ahí y él sabía que ella estaba ahí. De pronto la carretera de Tejas había dejado de pertenecer a Los Estados Unidos de América para ser un anexo de la República Popular del Infierno. Sólo que a nadie se le ocurrió avisarle a ellos...

El calor. Maldito calor. Cuando es de noche ¿No se supone que debe hacer frío?

Karen trató de absorber todo el aire que pudo con la boca, cerró los ojos y los apretó para no llorar. Empezó a temblar violentamente y tuvo que abrazarse para controlarse. Porque Él lo sabía todo. Él le había dado caza y si ella se
movía, aunque fuese un mínimo temblor, Él lo notaría, la sacaría del armario, la tiraría contra el suelo y la descuartizaría con su sierra. Porque así había pasado con todos los demás. Y de cierta manera trastornada, Karen deseaba que sucediera de una vez, porque así todo terminaría. No le importaba si el malnacido la cortaba en pedacitos, se la llevaba a su casa, se la ofrecía a su familia, le echaban pimienta y se la comían. No le importaba eso. Hasta podría salir del armario y rogar por que el golpe con la sierra fuese fatal y rápido. Hubiese salido, de no ser porque sí le importaba...